martes, 5 de abril de 2016

Recuperación después del ejercicio

Para poder asimilar la carga de entrenamiento, el organismo necesita un tiempo adecuado de reposo en el cual se recupera de la fatiga y se dispone de nuevo para afrontar la siguiente carga en las mejores condiciones posibles. 


Es muy importante que tengamos en cuenta que, la recuperación forma parte del entrenamiento, y es tan importante como la fase de carga, ya que sin esta, no podrían producirse las adaptaciones al ejercicio en el organismo.

Se puede estructurar en tres fases:

Fase temprana: tiene una duración de minutos hasta 6 horas después del entrenamiento. Su objetivo es reducir el cansancio producido por el entrenamiento.

Fase tardía: tiene una duración de horas hasta algunos días. Su objetivo es reconstruir estructuras dañadas por el esfuerzo (por ejemplo, tejido músculotendinoso, ligamentoso, etc.), así como rellenar los depósitos de glucógeno (muscular y hepático).

Fase de supercompensación: tiene una duración de varios días. Su objetivo es mejorar todos los procesos lentos de restauración, obteniendo una mejora del rendimiento en el siguiente entrenamiento.


Como vemos en el cuadro, la carga de trabajo produce un descenso en la capacidad funcional. Este descenso es debido a la fatiga aguda producida por el estímulo, tras la cual, y gracias al proceso de reposo, el organismo vuelve a su nivel inicial o incluso mayor (supercompensación).

Existen diferentes factores que influyen en la recuperación, entre ellos:

La edad: cuanto menor es la edad de la persona, mayor es su recuperación.

Tiempo de reposo: este viene determinado por la intensidad, duración, tipo de esfuerzo realizado, etc.

Nivel de entrenamiento de la persona: cuanto más entrenada está la persona, mayor es su velocidad de recuperación.

Velocidad de reposición de las reservas de glucógeno: esta puede ser aumentada por una ingesta de hidratos de carbono después del ejercicio.

Tasa de eliminación de metabolitos: por ejemplo, el acido láctico, el amonio, etc.
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Factores medioambientales: la temperatura, la humedad, la altitud, etc.

A continuación vamos a ver algunos mecanismos que pueden ayudar a acelerar los procesos de recuperación.

Recuperación activa: tras finalizar el trabajo de carga se recomiendan esfuerzos de baja intensidad (≤ 60 %), para acelerar los procesos de recuperación.

Medios mecánicos y naturales de recuperación: masaje, crioterapia, hidroterapia, oxigenoterapia, electroestimulación, etc.

Productos que ayudan a la recuperación:

Hidratación: aporte de agua, electrolitos y si fuera necesario de sustratos energéticos. Ayuda en la recuperación del sistema cardiovascular, eliminación de ácido láctico, termorregulación, procesos de recuperación celular, etc.

-Dietas ricas en hidratos de carbono (> 70 %): la resíntesis de glucógeno se produce en dos fases:

1ª fase: se produce durante las primeras 24 horas y se alcanzan los valores normales.

2ª fase: se produce hasta 2-3 días después del esfuerzo (aquí puede alcanzarse la supercompesanción).

Ingesta de proteínas: en las 2 primeras horas post-ejercicio ejerce efectos positivos sobre la síntesis proteica (por ejemplo, tejido músculotendinoso)


Podemos definir la fatiga como la disminución de rendimiento (físico, mental, sensorial, local, general, etc.), debido a sobrecargas en los diferentes sistemas.

En general, se distinguen dos tipos principales de fatiga:

Fatiga periférica: la que se produce dentro de la fibra muscular implicada en el trabajo.

Fatiga central: la que se produce desde el sistema nervioso central hasta el inicio de la fibra muscular (está por tanto asociada al sistema nervioso). 

Si la carga de entrenamiento ha sido excesiva, se produce un nivel de fatiga muy alto y una disminución crónica del rendimiento. A este fenómeno se le conoce como sobreentrenamiento.

La fatiga puede producir una serie de síntomas en la persona entrenada, tanto en la capacidad de rendimiento como en su estado general, muchos de ellos fácilmente observables:

-Disminución de la máxima capacidad de trabajo.

-Aumento de la frecuencia cardiaca (FC) y del consumo de oxígeno (VO2), a un mismo nivel de carga.

-Peor recuperación de la FC.

-Disminución de la coordinación y aumento de errores técnicos.

-Cansancio general.

-Insomnio.

-Pérdida de apetito y/o peso.

-Amenorrea u oligomenorrea (pérdida o alteración del ciclo menstrual femenino).

-Nauseas y/o cefaleas.


Aunque es difícil encontrarnos un caso de estas características, si observáramos algunos de estos síntomas señalados, debido a la acumulación de fatiga por las cargas soportadas dentro y fuera del entrenamiento, interrumpiremos inmediatamente la actividad con este y acudiremos a la consulta del médico.

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